sábado, 21 de abril de 2007

JAIME



Ah... los titis, los titis. Son realmente unos animalitos muy, muy rencorosos. En casa de mi madre había uno -antes de que yo naciera, aviso, lo cual me excluye claramente- que hacía las delicias de propios y extraños. Un bicho curioso, del que mi madre me ha contado muchas historias. Se llamaba Jaime... y por algún rincón tengo una foto en la que aparece, encaramado al brazo de una de mis tías.

Abril52 VSanto

Cuando llegó a la casa, el primer día, se subió a las vigas de madera del artesonado del techo, y no bajó en una semana. Las dejó limpias. En casa no hubo termitas ni bichos nunca más, mientras Jaime vivió. Era un mono muy limpio, que aborrecía tener las manos sucias, polvorientas o llenas de pringue. Debido a esa manía suya las paredes lucían aquí y allá pequeñas reproducciones de sus palmas, menudas y alargadas.

A Jaime lo bañaban de vez en cuando y, para evitar que se resfriase, lo envolvían en una toalla y lo encerraban en la cesta de la ropa, donde podía respirar tranquilamente, pero no dedicarse a ir de excursión.

Una de mis tías le tenía tirria al mono, y se dedicaba a ponerle chucherías para comer a una distancia que la cadena no le permitía salvar. El pobre mono tiraba, y tiraba, sin conseguir alcanzar las golosinas.

Hasta que un día, la infortunada pasó lo suficientemente cerca del mono como para que éste le saltara a la cabeza.

Pero el pobre bicho tenía todas las de perder. Cierto día, después de haberle lavado, envuelto en su toalla y encerrado, una mano caritativa soltó el cordel que cerraba la tapa del cesto de la ropa y Jaime, feliz como unas castañuelas se escapó. Como era de esperar, mojado como estaba, cogió una pulmonía y duró dos días.

Era un animalito divertido. Poco apropiado para una casa pero...

El original se escribió y depositó en El Café del Foro, el sábado 22 de Julio de 2006.

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