sábado, 21 de abril de 2007

PARCHIS, CHIS, CHIS.

PARCHIS, CHIS, CHIS. ES UN JUEGO DE COLORES PARA TI Y PARA MI.


Es bien cierto que hablo por los codos. Seguro que si me hicieran algún tipo de estudio de esos tan frecuentes en House, encontraban algún cable desquiciado, o haciendo contacto, por algún rincón. La cuestión es que hablo incluso estando dormida; y aún más allá, mantengo sesudísimas conversaciones con los ojos abiertos... y sobando como un tronco. Supongo que será alguna forma de sonambulismo, pero en mi casa no le preocupa a nadie porque lo que no he hecho jamás -o nadie lo recuerda- ha sido levantarme de la cama (sentarme en ella, sí) y salir por ahí. De momento doy las fiestas en casa, quietecica y sin excursiones.

En la vieja casa de Navarro Rodrigo, donde los techos eran altísimos, los dormitorios estaban situados en L, flanqueando el pasillo. El que se situaba en el costado corto de la L era el dormitorio de matrimonio de mi tía, con puerta doble al pasillo y una puerta chica que daba al gabinete de la tía abuela, que a su vez comunicaba por otra puerta con el dormitorio de mi madre y este, a su vez, por otra puerta con el dormitorio de las niñas, que era el que colindaba con el costado largo de la L y desde el que se abría finalmente una puerta doble que daba al comedor. Mi tío abuelo y mi primo dormían en dos habitaciones, situadas en el lado opuesto del comedor.

La habitación de las niñas -que yo compartía con mis primas- era un cúmulo de puertas y solo permitía acomodar las camas el hecho de que era bastante grande. El enorme cuadrado tenía a un lado una puerta que abría al pasillo, otra a la habitación de mi madre, otra -doble- al comedor y, por si faltaba algo, un ventanuco en la parte alta de la pared que daba, también, al cuarto de mi madre.

El calor del verano obligaba a mantener las puertas abiertas para que el aire circulase, cosa que dejaba la intimidad muy en precario, pero de cualquier modo las niñas hubiéramos permanecido vigiladas por aquel ventanuco alto que, sin permitirnos asomar a la otra habitación, hacía las veces de transmisor de radio. No se suspiraba una palabra que no se pudiera oír al otro lado si la escotilla estaba abierta.

Y así fue como, una de tantas noches de verano, yo me acosté cansada y algo enfurruñada, porque habíamos estado en el comedor, jugando juegos de mesa, y yo con mi habitual torpeza había salido perdiendo en todos. No me escapaba de uno: cartas, domino, adivinanzas o parchís me habían presentado su cara más desfavorable. Con aquel come-come me había puesto el pijama y me había colado entre las sábanas. Pronto, todo quedó tranquilo y a oscuras.

Bueno, quedó a oscuras. Porque un buen rato más tarde todo el personal de la casa -y esto incluía a mi tío abuelo y a mi primo, ya saben, al otro lado del comedor- vió su sueño alterado por una vocecita chillona y exultante que pregonaba:

- Uno, dos, tres... te como esta y me cuento veinte... 'cisiete, 'cinueve y VEINTE... y ahora le como esta a Lourdes y me cuento otras VEINTE, y como me salió un siete vuelvo a tirar y entro la ficha que tengo en CASAAAAAAAAAA, y ahora saco ficha nueva y como mamá está en mi casilla de salida se va para su casa y me cuento VEINTE más y...

Una emocionante partida, completita y que no dejaba sitio para que nadie chistara siquiera. Lo que se llama, literalmente, "tomarse la revancha".

A mí me despertó el coro de risas, claro. Mi madre, por lo visto, había saltado de la cama a los primeros alaridos, mientras mis primas se frotaban los ojos de sueño y se retorcían de risa. A poco, desde el pasillo, habían entrado las tías, y desde el comedor el abuelo y mi primo, los dos preguntándose qué demonios tenía alborotado de aquella forma el gallinero, a aquellas horas.

Por supuesto, yo nada recordaba ni de nada me había enterado. Sin embargo, de ahí en adelante, la cuestión se convirtió en tema de guasa por mucho tiempo y la cantinela del: "'cisiete, 'cinueve y VEINTEEEEEEE" me la desayunaba, me la comía, me la merendaba y me la cenaba con una exquisita paciencia impropia de mi corta edad.

Y es que una siempre ha sido un espectáculo en potencia, lo que pasa es que no acaba de atinar con el modo de sacarle jugo.




El original se escribió y depositó en El Café del Foro, el domingo, 20 de Agosto de 2006

No hay comentarios: