sábado, 21 de abril de 2007

MEMORIA EN SEPIA



A veces, la nostalgia se viste de postal en sepia. Yo viví en este barco los momentos más maravillosos de mi niñez. Mi padre navegaba a bordo, y me recuerdo en sus brazos, alguna noche de Reyes, viendo pasar la barca con Sus Majestades hasta atracar en el Puerto Viejo de Barcelona, justo donde amarran las "golondrinas". Recuerdo los fuegos artificiales, las luces relumbrando en la noche, y el olor... el imborrable olor a brea, a sal, a tabaco de pipa.

VillaDeMadrid

Hoy ya no existen ninguno de los dos, ni el hombre, ni el buque, más que en la memoria de quienes los amamos. De mi padre quedan pocas cosas, pero importantes: un nieto, el anillo que acostumbraba a llevar, su alianza de boda, supongo (y espero) que su colección de pipas, que fue a parar a manos de uno de mis primos, y su monedero, de cuero curtido y desgastado, que guardo como un tesoro. Del barco... ignoro lo que haya quedado en anticuarios, o perdido en algún rastrillo después de su desguace, pero yo conservo una cucharilla de café, de plata, con la enseña grabada.

No hay nada más... ecos en la memoria.

Papa - 1977

(Había tres fotografías. No tuve la prudencia de guardarlas en mi ordenador, y la página de la que venían ya no está accesible. A veces, las cosas se pierden inevitablemente).


El barco era el "Villa de Madrid", de la Compañía Trasmediterránea. Durante la guerra, había quedado en manos de la República y fue considerado buque de guerra. Lo reflotaron después y hacía la ruta Barcelona-Canarias, quince días, doce de viaje y tres en Barcelona.

En el año 1962 salió de Valencia en un crucero de 16 días, para llevar a Grecia a los invitados que iban a asistir a la boda de los Reyes. Mi padre era camarero a bordo, entonces. Más adelante, en otros barcos de la compañía, llegó a ser encargado de cámara. Claro que él hubiese deseado ser Jefe de Máquinas, pero para eso tendría que haber podido estudiar y no se lo pudo permitir. Aún así, consiguió parte de su sueño, que era navegar.

Todas las vacaciones nos trasladábamos de Barcelona a Alicante (donde yo había nacido) a bordo de ese barco. Viajábamos en el camarote de mi padre. Eran unos viajes cortos, pero yo disfrutaba muchísimo. Forman parte de mis mejores recuerdos.

EL REY DE LOS MARINOS
(Nana para dormir a una niña)


Yo recuerdo una noche de estrellas incendiadas,
con olor a tabaco, a brea y a calor,
los brazos protectores del rey de los marinos
y en sus manos curtidas, latir su corazón

La luna rielaba sobre la mar en calma,
las olas susurraban a babor y estribor,
a popa la rutina, a proa los misterios,
y en su boca una historia convertida en canción

Princesa, mi princesa, la de los rizos negros,
Estrella de mi Norte, Bahía de mi Sur,
contempla tus dominios con tus ojos de niña,
que no hay nada en la tierra que se iguale al azul

Eran de mar los ojos del rey de los marinos,
cambiantes tempestades desde el verde hasta el gris,
y la princesa niña se miraba en su espejo
y en sus brazos soñaba océanos sin fin

Blanca pipa de espuma contra la tez morena,
coronada de plata la cabeza del rey,
botonadura de oro con áncoras grabadas,
y una voz, grave y firme, para dictar la ley

Princesa, mi princesa, te mecen las sirenas
y cantan en tu cuna sus nanas de coral,
asoman los delfines sus lomos plateados
y te esperan, princesa, caballitos de mar

Se duerme la princesa bajo la luna blanca,
el rey mira sereno a su niña dormir,
quién sabe que futuros la esperarán mañana
o cuantas tempestades tal vez la hagan sufrir

Pero hoy, la noche es calma, las estrellas alumbran
y la brisa revuelve los rizos con amor,
y en sus brazos acuna su tesoro dormido
aunque tal vez sus brazos son los de un pescador...


El Villa de Madrid sufrió, antes de su desguace, varios incendios que obligaron a remodelarlo en más de una ocasión. Era, como los hombres que en el servían, un viejo marinero remendado.


El original se escribió y depositó en El Café del Foro, el domingo, 23 de Julio de 2006

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