domingo, 15 de abril de 2007

NO DIGAS QUE FUE UN SUEÑO

Hay noches en las que una es muy consciente de que lo que le está ocurriendo es como un sueño del que, más tarde o más temprano, va a tener que despertar para toparse, inexcusablemente, con la realidad.

Es maravilloso cuando EL, el Príncipe Azul en persona, te sube a medianoche a su carroza, te ayuda a acomodar el vuelo de la falda y deja que la magia de una balada o un blues os envuelva a los dos como una burbuja. Las ruedas giran despacio, hacia no se sabe bien donde. Tú estás arrobada por el murmullo cálido de su voz, que te pregunta con dulzura donde quieres que te lleve. Observas esos dedos, largos y delgados, posados suavemente sobre el volante -perdón, quise decir las riendas- y desearías contestar algo así como: "contigo al fin del mundo", pero te contienes a tiempo porque eres consciente de que suena cursi y poco original, y que él se merece más, mucho más... pero te has quedado tan en blanco como las sábanas de la cama que se pasean por tu imaginación y, claro, acabas pidiéndole algo mucho menos original todavía, pero que te sale del alma: "llévame a casa", mientras miras al fondo de sus ojos verdes. Todos los Príncipes Azules tienen los ojos verdes (y si el vuestro no los tiene, me da igual, este cuento es mío y todos mis príncipes tienen los ojos verdes... 'amos, si lo sabré yo). El caso es que eres incapaz de pensar en otra cosa, cuando su respuesta te llega, a través del corto, cortísimo, espacio que os separa dentro del coche -perdón, la carroza-. Te tiemblan, no ya las rodillas o los tobillos, sino las mismísimas uñas de los pies, vibrando al compás de ese: "donde tú digas, bonita".

Así que los kilómetros se siguen paseando bajo las ruedas, y la música empapándolo todo -¿dije empapando...? vaya, ha sido un lapsus, quise decir inundándolo?..., llenándolo?... bueno, eso, como sea-. Tú te sientes flotar en una nube sin contornos definidos, pero con el interior convertido en vapor, presión, humedad... más allá del bien y del mal, imaginando vuestros cuerpos enredados en, entre, sobre, bajo las sábanas, mientras su voz sigue colándose por tus oídos sin que tú captes con demasiada claridad de qué te está hablando, excepto tal vez alguna palabra suelta acerca de, pongamos por caso, el saxo de Miles Davies. Ves moverse sus labios y te los imaginas recorriendo lo visible y lo invisible de tu anatomía. ¿Qué tal besar ese lunar estratégico, incitante, colocado a la derecha de su nuez de Adán, moviéndose mientras habla?. Se te va la mirada, dunas abajo de esa piel canela que, a estas alturas del año, queda tan escondida y se intuye, más que verse. Estás tentada, tentadísima, de averiguar si su ombligo es también redondo y hace espirales, que es la razón básica por la que todo aquel que se mira el ombligo queda hipnotizado y privado para los restos de mirar los ombligos ajenos.

Y es entonces, en el preciso momento en el que tu mente desbocada está imaginándo los últimos centímetros de recorrido, vientre abajo, hacia la entrepierna, cuando muy suavemente el coche... (bueno, eso) se detiene finalmente ante tu portal y el Príncipe, con la mejor de sus sonrisas y esa voz de barítono que ni Simon Estes, te dice:

- Son treinta euros...

Y tú te bajas de la nube, vuelves a Torrejón, ciudad sin ley, admites que tienes más fantasía que Dorothy viajando al país de Oz, Alicia al de las Maravillas o Wendy a Nuncajamás, y mucha, pero mucha más moral que el Alcoyano, que ya es tener... sonríes delicadamente, pagas la tarifa y le dejas algo de propina, por tener tan lindos clisos. Sales del taxi y, dignamente, enfilas hacia el portal con todo el revuelo de tu falda al viento. Que sabes bien que los Príncipes Azules no sólo no existen, sino que además son de un coñazo insoportable, y tampoco sabes bien que harías con un ejemplar así, si de verdad lo tuvieras a tu disposición, que no lo tienes, pero algún defecto tienen que... vamos, que verdes, están todos verdes, y no sólo de los ojos.

Madrid debe estar renovando su flota de taxistas. Voy a pedir aumento de salario para poder moverme en taxi con más frecuencia.

Total. De ilusión, también se vive.... Wink



El original se escribió y depositó en El Café del Foro, el sábado 22 de Julio de 2006.

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